No le dediques toda tu energía ni todo tu tiempo a darle
vueltas al asunto. Recuerda el primer consejo. Si tú no estás bien, nada lo
estará.
Pensamos con más claridad cuando tomamos distancia de
nuestros problemas. Tomamos distancia cuando diversificamos nuestra atención,
nos olvidamos por un rato del asunto y podemos volver a ello viéndolo desde
otro punto de vista, con otro ánimo, con otras experiencias.
Cuídate mucho, date caprichos (los hay muy baratos: oír
música, darte un baño, comprarte un libro, quedar con una amiga, etc.)
Refuerza tu autoestima, haz cosas (dentro de tus
posibilidades) que te permitan sentirte mejor contigo misma y que no tengan
nada que ver con él. Puede ser tan sencillo como hacer una nueva receta de
cocina, ir a la peluquería, apuntarte a un curso, conversar amigablemente con
alguien desconocido, cuidar tu dieta, hacer ejercicio, etc. Se trata de
aprender alguna habilidad nueva, ponernos pequeñas metas o simplemente
disfrutar de cosas sencillas.
No seas catastrofista pensando todo lo que va mal y lo que
podría ir aún peor. Se positiva, disfruta de lo que la vida te ofrece, de lo
que sí va bien, de lo que aún puede ir mejor. Cambiará tu estado de ánimo, la
importancia que le das a las cosas, tu actitud ante las dificultades.
Primera y última regla: QUIÉRETE.
Primer y último objetivo: SÉ FELIZ.
Primera y última obligación: CUÍDATE.
Primer y último derecho: RESPÉTATE.
Hasta la religión, que (siendo o no creyente) ha calado en
nuestra cultura y nuestra educación y que tanto nos habla de pecados, tiene
entre sus premisas “amarás al prójimo como a ti mismo”. Comienza por ti para
saber cuál es la medida en la que puedes amarle a él.
¡SUERTE!.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario