Desde el momento en que ambos empiezan a pensar
como unidad, el vínculo amoroso gana fuerza, asentándose sobre los
acuerdos y pactos que la pareja realiza (no sólo de modo explícito) a la
hora de organizar y estructurar su relación. Estos acuerdos sobre sus papeles y
funciones sufrirán cambios generando períodos de progresión y regresión.
En muchas parejas se producen errores en
estos acuerdos al principio de su relación, bien sea por falta de
comunicación expresa, bien por nuevos acontecimientos que cambian las
condiciones iniciales donde surgió la relación de pareja. Estos errores son
todavía más graves en pareja ya consolidas pues las posiciones son más rígidas
y los cambios más profundos.
Pero, para que este vínculo amoroso dure en el tiempo y se
consolide, la pareja en muchas ocasiones deberá limitar la satisfacción de
su sexualidad (dentro de la propia pareja) y reforzar la seguridad con
manifestaciones afectivas y materiales.
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