Un elemento central en la progresión y retroceso de una
relación de pareja alude a las crisis. Las crisis de pareja y su
superación deben entenderse como un proceso enriquecedor tanto para la
pareja misma como para la personalidad de cada uno de sus miembros, aunque
las crisis se pueden sentir de manera particularmente intensa.
Las crisis suelen desencadenarse por la propia evolución de
la relación de pareja en el tiempo, a la hora de afrontar situaciones
novedosas, cambios internos en cada uno de sus miembros (como pasar de
amantes a cónyuges, de marido y mujer a padre y madre,
abuelo y abuela...) o desafíos externos (intromisión de las familias,
etc.). Cada uno de estos pasos requerirá ajustes en la relación y el uso
en muchos casos de nuevos recursos propios e interpersonales (como habilidades
de resolución de problemas, comunicación, gestión de conflictos).
La superación de una crisis, es decir, la integración
de las consecuencias derivadas de una crisis y la reorganización posterior por
cada miembro conlleva la maduración de la relación y de
cada uno de ellos. Después de cada momento crítico, una nueva
fase calma y bienestar devuelve cada elemento a su lugar y todo
empieza de nuevo.
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